El Deseo en las mujeres, Reflexiones en el Espacio Sapiensex de Dos Rombos
Durante el mes de junio, en el programa de sexo de Dos Rombos de Radio luna en el Espacio Sapiensex planteé el tema del DESEO.
A continuación transcribo el audio, pero si quieres escucharlo directamente, pincha aquí.
Y si quieres leerlo, puedes continuar leyendo:
¿Qué es el deseo?, ¿cómo lo podemos mejorar?, ¿lo sentimos todas las personas igualad?, ¿Es normal perder el deseo a lo largo de la relación de pareja? Es decir, ¿cuanto más llevamos con nuestra pareja, menos la deseamos?
Son algunas de las cuestiones que me vienen a la mente al plantear este tema.
Pero como en el Espacio Sapiensex sólo puedo hacer una pregunta… elegiré la siguiente:
¿Sentimos igual el deseo los hombres y las mujeres, o hay diferencias de género?
En el imaginario colectivo está la idea de que si una pareja lleva mucho tiempo de convivencia, la pasión se ha tenido que acabar irremediablemente.
Me vienen a la mente cantidad de situaciones en las que he visto a amigos míos quejarse de que “ya no follan” como antes. Que desde que se casaron se acabó el sexo, que a partir de la maternidad se acabó lo bueno…
Y yo siempre les pregunto lo mismo: pero… ¿le has preguntado a ella lo que quiere y cómo lo quiere? Y el más difícil todavía… ¿has intentado ofrecérselo?
No conozco a nadie que no le guste el placer. Lo que pasa es que habrá que preguntarle cómo le gusta.
Seguro que ella no se queja de un masaje en los pies, de una tarde de caricias ni de un rato en la cama piel con piel. Pero para lo que no está preparada es para una relación que no se base en sus deseos. Bien porque ella misma los desconoce, bien porque él no se ha parado a investigarlo.
Que las mujeres seamos menos activas que los hombres es una falacia y que nos guste lo mismo, también.
Cierto es que, dicen que una de cada tres mujeres reconoce no desear mantener relaciones sexuales. ¿Pero por qué?
Cuando un hombre comienza una relación de pareja, piensa que tiene el sexo garantizado.
Bueno, incluso antes, desde que te invita a una copa en la discoteca de turno ya piensa que está ganando papeletas para acabar en la cama.
Las mujeres no, las mujeres, gracias a infinitas horas de películas románticas y cuentos de princesas, pensamos que cuando entablamos una relación, lo que tenemos es a nuestra media naranja que nos completará: amigo, protector, confidente…
Así que como veréis, mujeres y hombres tenemos un enfoque de las relaciones muy diferentes, incluyendo el aspecto sexual.
La atracción sexual obedece a aspectos cognitivos, afectivos y neurobiológicos, así como a factores internos y externos.
– Depende de la persona que tengamos delante: que me atraiga, que me de confianza, si va a la suyo o se preocupa de erotizarme y excitarme…
– Depende del momento que estemos atravesando en nuestras vidas. Si tenemos preocupaciones, estrés…Nuestra amígdala, es el centro del temor y la ansiedad en el cerebro y para sentir placer debe estar desconectada, pues inhibe las hormonas promotoras del placer y el amor: endorfinas y oxcitocina…
– Depende de si estamos o no tomando alguna mediación u otras drogas.
– Depende del lugar donde estemos: a alguien le puede dar morbo que les puedan pillar y a otras personas esto les inhibe.
– Depende de la rutina.
– O incluso de un cabreo con la pareja. Si estás enfadada o enfadado, no te apetece tener una intimidad tan próxima. Necesitas espacio. También puede pasar que ella de sexo para complacer a la pareja o quitarlo para castigarle.
Recuerdo a un hombre en un taller sobres sexualidad que me decía que cuando él quería tener sexo iba al supermercado. Nos quedamos todo el grupo asombrado y dubitativo hasta que le pregunté que por qué, que qué relación tenía una cosa con otra, y él me dijo que así la tenía contenta…
– Y por último, también depende de si somos hombres o mujeres.
o No solo depende del momento de nuestro ciclo menstrual”, que también.
o Si no de la educación que recibimos nosotras y vosotros. En vuestro caso, el deseo está premiado, en nosotras castigado. Se exige que lo tengamos pero no en función de nuestras necesidades y si lo sentimos no debemos expresarlo abiertamente. Os suena la frase esa de “hay que ser una dama en la calle y una puta en la cama”.
Las mujeres parece que somos más selectivas a la hora de elegir a nuestra pareja sexual y tenemos en cuenta cómo va la relación es muy importante.
Recuerdo un caso que se expuso en las tardes de mediación de Soluciona, una asociación malagueña de mediación a la pertenezco, que se comentó el caso de una pareja que llegó a mediación porque quería separarse.
Cuando estaba con la pareja mediadora, comenzaron a decir las cosas que tanto a él como a ella les molestaban de la relación. Él decía que ella no le daba sexo. Y ella se quejaba de que cada vez que pasaba por el pasillo él le diera un toquecito en el culo.
La intención de él era decirle “ey, estoy preparado, me pones” y ella alucinaba porque decía, osea, ni me ha preguntado qué tal el día, ni se ha acercado a darme un beso o un masajito en la espalda y ¿¿pretende que con una palmada me active???
En la mediación salió lo que ella esperaba afectivamente de él, cercanía, intimidad… para luego poder pasar al sexo.
Él no necesitaba esto, así que nunca antes se lo había propuesto.
Y mira tú por dónde, que de una pareja que quería separarse… acabaron hablando de lo que querían en el sexo y yéndose a casa juntos… Lo que allí pasó… ya lo dejo en la imaginación de quienes nos escuchan.
Es decir, ese mito de que las mujeres no tienen ganas, no es cierto, lo que pasa es que no sabemos pedirlo y nuestras parejas no se plantean que sea conveniente probar otras cosas no basadas en el porno que ven, en sus fantasías si no en las de ella. (en el caso de ser relaciones heterosexuales, claro)
Las relaciones afectivas y sexuales hay que trabajarlas, mimarlas, prepararlas…
También es cierto que las mujeres no respondemos de la misma manera que los hombres ante un estímulo erótico. Las mujeres priorizamos el deseo de intimar con la pareja.
Para explicarme mejor os recordaré lo que decían Másters y Johnson ya en 1966. Esta pareja explicaba que las fases de la respuesta sexual eran: deseo excitación orgasmo y resolución, Pero como muchas investigaciones que han estudiado a las mujeres entre ellas Rosemary Basson, las mujeres no nos acostamos con nuestras parejas (una vez llevamos tiempo de convivencia) motivadas por un deseo carnal previo, si no por uno afectivo.
Es decir, es habitual encontrar a muchas mujeres que dicen que no desean tener relaciones sexuales con su pareja, pero que si las inician, no con la intención del impulso erótico, si no como una muestra de cercanía, de expresión de afectos, de compartir con la pareja… y una vez hecho esto conectan con el deseo, con los estímulos sexuales, con la historia que están viviendo y en ese momento disfrutan plenamente.
Es importante que a las mujeres que esto les pase no se sientan culpables por ello, es perfectamente normal y habitual.
Quizás no parta de ella el deseo. Pero si me dejo llevar lo disfrutará. Por tanto no debe sentirse culpable por ello, ni pensar que esto es una forma de presión a la que no debo ceder. Si lo disfruta, ¿por qué no?, ¿Qué más da cómo se inicie???
Siempre y cuando no sea hacerlo por él, por presión, porque toca… sino porque sé que si me dejo llevar… ¡lo acabaré disfrutando!
¿Qué pasa después de la maternidad?, ay, otro tema éste de la maternidad.
Esto también está en el imaginario colectivo. Las mujeres, después de ser madres tienen menos ganas de hacer el amor por diferentes motivos, como pueden ser:
– No tener un espacio propio. (el bebé o la bebé duerme en el mismo cuarto, o incluso en la misma cama), miedo a que los hijos o las hijas entren en el cuarto en cualquier momento sin previo aviso.
– Dar demasiado protagonismo a los hijos e hijas y menos a la pareja. La pareja no debe de abandonarse nunca! Después de ser madres, seguimos siendo mujeres, amigas, hijas, hermanas, trabajadoras, amantes, ciudadanas, disfrutonas, bailadoras, lectoras, políticas…
– Agotamiento: a veces que venga un nuevo ser a la familia hace que no quede tiempo para ser todo eso que os decía. Porque a veces, en las familias más tradicionales, que venga un nuevo miembro a la familia sólo le afecta a ella y no a él, que no cambia su ritmo de vida y sus quehaceres por este hecho. Lo cual supone una fuerte sobrecarga en la mujer, que hace que no tenga luego tiempo, energía ni ganas de nada. Así que queridos padres, cuanto más os impliquéis en el cuidado de los hijos, y las tareas domésticas… más probabilidades de tener una pareja receptiva tendréis. 😉
– Y si duele la cabeza… puede ser como decía porque no consigue el placer del modo que a ella le gusta. Y como ejemplo, os recomiendo la canción “las histéricas” de Liliana Felipe criticando a Freud cuando defendía que el orgasmo clitoriano era de mujeres inmadura .
Pero todo esto es circunstancial y modificable. Se puede cambiar fácilmente tomando conciencia de que el espacio personal propio es muy importante y la colaboración activa por parte del papi en las tareas de cuidados de la casa, de la familia, de la mami, son imprescindibles.
Dicho todo esto, vemos que sea cual sea nuestra circunstancia amorosa: ya llevemos 3 días de relación o 20 años. Ya sea con una pareja del mismo sexo o diferente… podemos plantearnos cómo mejorar nuestro deseo.
Sylvia de Béjar en su libro “deseo”, precisamente nos hace unas preguntas muy interesantes y nos plantea, cuando algo nos inhibe, es porque hay algo que debemos trabajarnos y aprender de ello.
Cuando nos inhibimos es porque tenemos algún miedo. ¿A qué tenemos miedo?
– A que se aproveche de mí
– A perder mi identidad
– A que no me comprenda
– A no merecerlo
– A que me hagan daño…
– A no dar la talla
– A que no me quiera…
– A la culpa o la vergüenza, así, de manera genérica
Pues propongo que tratemos de resolver estas preguntas para aprender, crecer y ofrecernos la posibilidad de crecer y disfrutar.
Así que como siempre, cierro éste espacio Sapiensex en positivo, proponiendo alternativas para mejorar nuestro deseo:
Si queremos sentir mayor deseo sexual para ello será imprescindible estimular el cerebro: leer literatura erótica acorde con nuestros gustos, ver películas eróticas, pensar en el sexo, jugar a fantasear, Quererme: conocer mi cuerpo, confiar en mí…
Y cuidar la relación: atreviéndome a pedir y proponer, a poner límites, no castigues, resuelve los conflictos.
Y por último, dedícale tiempo al juego. JUEGA , innova, y ponle intención para el placer. Ponle ganas. Recuerda, una vez pasada la fase de fusión y flechazo químico… toca ponerle ganas y trabajar sobre ello.
¡El deseo no se agota! Y cuanto más lo alimento, más crece.